¿Qué ciudad conjuga los encantos de la tradición,
naturaleza y la modernidad más absoluta? ¿Qué lugar puede ser divertido,
diferente, único y encantador? Uno de los municipios que encajan a la
perfección con esta definición es Ribadesella. Esta inolvidable ciudad limita
al corte con el mar Cantábrico, al este con Llanes y al sur con Cangas de Onís,
todas ellas importantísimas ciudades asturianas.
Pese a que su población no es muy grande (algo más
de 6.000 habitantes), ofrece todo tipo de servicios para los turistas y
viajeros ocasionales. De hecho, la mayoría de personas que visitan una vez
Ribadesella, acaban volviendo.
Cuando llega el buen tiempo pasar un día de playa
en Ribadesella es más que recomendable. Junto a sus populosas costas, tales
como la Playa de Vega o la Playa de Santa Marina, se encuentran lugares más
íntimos tales como los acantilados y playa de Guadamía. Como se puede apreciar
en la foto este lugar es precioso. Los acantilados se encuentran llenos de
covachas y de los denominados bufones, es decir, estrechas chimeneas verticales
por las que el agua sale disparada con gran estruendo. La playa es un canal
estrecho alargado que protege con sus rocas a los bañistas de las embestidas
del mar.
Entre baño y baño es posible disfrutar de otros
aspectos de la ciudad más culturales. Un ejemplo es la cueva de Tito Bustillo,
donde se conservan restos importantísimos del arte paleolítico en Europa. En su
Galería de los Caballos se pueden encontrar numerosas composiciones sobre la
roca. En todo caso es un lugar maravilloso que remonta a sus visitantes a miles
de años atrás.
Pasear por la Ribera y contemplar el mar y detrás sus
coloridos edificios constituye una experiencia de lo más edificante. La ciudad
tiene varios monumentos interesantes y edificios históricos que merecen la pena
visitarse. Sin embargo, una de las rutas que más gusta a los turistas en la de
la Sidra. Degustar la auténtica sidra escanciada es un placer al alcance de
cualquiera que se acerque a los numerosos locales donde se sigue esta
tradición, locales tales como Casa Gaspar, El Rompeolas, El Carroceu o
Llantares del Mar. Por supuesto, acompañando a la sidra, lo suyo es tomar algún
pincho o tapa con las muchas especialidades marinas que sirven en la zona.
Para muchos no sería completa la visita a la ciudad
sin hacer el descenso del Sella. Esta aventura de varias horas de duración es
una de las experiencias más emocionantes a las que puede enfrentarse un
habitante de la ciudad. La comunión con la naturaleza es total y el ejercicio
muy sano y divertido. Más que recomendable.
Aunque el tamaño de Ribadesella es limitado, las
posibilidades de ocio y diversión que ofrece son interminables. Por si todo lo
anterior fuera poco, cuenta con muchísimas actividades culturales y festivales,
especialmente los meses de verano para regocijo de propios y foráneos. Por
supuesto, después de tanto ajetreo el turista necesita un buen descanso, cosa
fácil de encontrar en alguno de los muchos Hoteles de Asturias.
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