El País de los Pirineos es el lugar predilecto para los esquiadores y
amantes de los deportes de invierno. Sus enormes atractivos naturales y su
buena organización lo hacen imprescindible para cualquiera que se mueva en esta
onda. Sin embargo, cada vez son más los turistas que deciden visitar Andorra
aunque su intención primaria no sea esquiar. Las rutas en bicicleta, trecking,
o simplemente descansar unos días, son el objetivo de las nuevas oleadas de
viajeros. Una de las razones de peso son sus excelentes instalaciones, los inmejorables hoteles de Andorra y sus comercios. No obstante, cada vez cobra más
relevancia la extraordinaria gastronomía que ofrece el Principado.
Lo primero que se debe decir sobre la gastronomía andorrana es que
tiene una tradición milenaria. Las recetas tradicionales se han ido pasando de
generación en generación con mimo y cuidado. Se debe tener en cuenta que las
carnes de primera calidad son protagonistas en la cocina diaria de sus
ciudadanos, aunque también son muy importantes los pescados de río (como la
trucha) y los vegetales y frutos de temporada.
Uno de los platos más sabrosos que ofrece la tradición andorrana es el
cabrito al horno con picadillo de frutos secos.
Evidentemente la calidad del plato la marca la magnificencia de la
materia prima. No obstante, también ayuda a potenciar su sabor los condimentos
que se le ponen tales como el laurel, la pizca de sal y el aceite. El picadillo
se elabora con piñones, almendras, dientes de ajo y un poquito de harina. Este
preparado se extiende sobre la carne y se asa lentamente en el horno hasta que
se dora. El plato es sumamente delicioso.
Para los que prefieren pescado en sus comidas pueden decantarse por
probar la trucha a la andorrana. La preparación es muy sencilla, pues se fríe
la trucha y luego con el aceite que ha sobrado se fríe un poco de jamón. Tanto
el jamón como el aceite restante se derraman sobre la trucha, dejando una
combinación muy buena. El plato es bueno y barato, ¿se puede pedir más?
¿Qué tal un alioli de membrillo? Se trata de un plato muy original y
diferente. Se utilizan el consabido ajo, aceita, sal y huevos, y además una
pera de invierno y varios membrillos. La textura de combinar el ajo con el
ligero sabor a membrillo sorprende hasta el comensal más refinado. No pasará
indiferente el elaborar o degustar este plato. Las setas de la zona son muy buenas, pero mejor confiar en las hábiles manos de los expertos.
La repostería andorrana es muy variada y tiene muchas delicias. La
leche es indiscutiblemente buena en la zona, y por tanto la nata y las cremas
derivadas de éstas. Los frutos que proporciona la montaña, tales como las
moras, permiten preparar deliciosas mermeladas y cremas. Si el viajero tiene
ocasión de probar los torreznos de miel que no se prive de semejante
privilegio, pues se trata de un manjar a base de pan mojado en huevo, frito y
servido con miel.
Andorra está llena de lugares preciosos e inolvidables, y la
gastronomía permite realzar a un grado máximo la satisfacción de los visitantes
y turistas. ¿Te atreves a descubrir la gastronomía de Andorra?
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