Una ciudad como Barcelona tiene tantas ofertas turísticas diferentes que podrían llenar varios libros. Sin embargo, una vez allí, es posible que algunos viajeros no sepan muy bien qué hacer. ¿Qué cosas divertidas se pueden hacer en esta fantástica ciudad? Relatamos algunas de ellas.
Un lugar que divertirá a todos, especialmente a los niños, es el fabuloso Museo de la Ciencia. Su nombre concreto es CosmoCaixa. El espectacular edificio cuenta con 30.000 metros cuadrados de exposiciones permanentes y otras temporales. En todo caso se trata de espacios muy interactivos donde los visitantes pueden interactuar con los cachibaches, al tiempo que se enseñan de forma muy didáctica interesantes conceptos científicos sencillos y, otros más avanzados. En ningún caso uno se debe perder el Planetario Bombolla o el Planetario digital. Son dos espacios para soñar y acercarnos, aunque sea un poco, al inmenso universo que nos rodea.
Otro lugar que uno no se puede perder es el Aquarium. Se trata de un fascinante espacio donde se pueden ver muchas de las especies marinas tanto del Mediterráneo como de otros mares y océanos del mundo. El precio es algo elevado, pues los adultos deben pagar más de 18 euros y los niños de hasta 13 años más de 13 euros, por una jornada. Pero lo cierto es que el esfuerzo vale la pena, pues uno podrá ver la vida marina como nunca se ha visto. Si llegar a fin de mes no es problema para los visitantes, quizás puedan permitirse una inmersión con tiburones por 300 euros. Pese al elevado costo se trata de una experiencia única y, desde luego, más que divertida.
Bastante más barato es visitar el Parque del Laberinto de Horta, tanto como que es gratis. Se trata de un preciosos jardines (uno es neoclásico y el otro es romántico, del siglo XVIII y XIX, respectivamente). El laberinto propiamente dicho se compone de 750 metros de cipreses recortados. En la entrada hay un relieve de mármol donde se puede ver a los héroes clásicos Teseo y Ariadna, en honor de quienes se construyó este mágico lugar. El laberinto es bastante grande y conviene entrar con un plano para no perderse ningún rincón y acceder al último de los tres niveles de los que consta. Al margen del laberinto, el lugar es precioso y muy romántico, y tiene bellos rincones y fuentes para hacer fotografías. El caso es que el parque es muy fotogénico, o al menos así lo entendió Tom Tykwer, director de la película “El perfume”, puesto que rodó una escena en este lugar. El sitio es perfecto para alejarse del bullicio y descansar un rato mientras se reflexiona en el siguiente destino.
Por supuesto, siempre es posible hacer una visita más tradicional y descubrir alguno de los cinco lugares que uno no debe perderse. En cualquier caso, siempre apetecerá degustar lo mejor de la gastronomía local y descansar en alguno de los maravillosos hoteles de Barcelona. Este viaje no decepcionará a ningún turista.
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