Sevilla es una ciudad inagotable de lugares de interés. Sus rutas
turísticas se complementan con propuestas de ocio clásicas e innovadoras para
entretener a todo tipo de turistas. No obstante, cuando uno busca algo más
siempre le será posible encontrarlo en una ciudad como esta.
Uno de los lugares más fascinantes de la ciudad, que se salen de
lo típico que ve el turista que solo pasa un par de horas en ella, es el
edificio de Jurgen Mayer. Se llama Metropol Parasol. Se trata de un insólito
edificio en el término más exacto de la palabra. El edificio tiene una plaza
elevada y un mirador de la ciudad con vistas muy impresionantes. La
construcción es una suerte de colmena extraterrestre que deja boquiabiertos a
todos los que se acercan a admirarla. También tiene un antiquarium con restos
romanos encontrados en la zona.
Un lugar que pasa bastante desapercibido para la mayoría es la
Casa de Pilatos, un palacio cuya construcción se inició en 1483. ¿Por qué es
recomendable su visita? Su belleza espectacular, combinación del renacentismo
italiano con el mudéjar español. De hecho, se considera como el prototipo del
palacio andaluz. Como curiosidad cabe destacar que este edificio se han rodado
varias películas tan famosas como “Lawrence de Arabia”, “1492: la conquista del
paraíso” o “Día y noche”. El palacio conserva obras de arte de incalculable
valor y su visita está muy recomendada.
Dice la tradición que la Glorieta o el rincón de Bécquer, como se
le suele conocer, es donde los enamorados se juran amor eterno. Se trata de un
parque precioso, con una estatua compuesta de varias figuras que rinde homenaje
al inmortal escritor. Hay un banco frente al sauce llorón que alberga las
figuras que permite evoca la imaginación y deja entrar a los que se lo
permiten, en un mundo de ensoñaciones literarias. Claro, si uno va sin pareja
no por ello tiene que dejar de disfrutar de semejante estampa. Al fin y al
cabo, cada uno se monta la vida como quiere o puede.
La calle Sierpes es uno de esos lugares que se pueden visitar una
y otra vez sin cansarse nunca. Son las Ramblas de Sevilla, una calle
bulliciosa, llena de mendigos, compradores compulsivos, estudiantes, artistas.
El lugar está repleto de bares, cafeterías y tiendas donde hacer cambalaches,
tomar una copa o hacer una tertulia mientras se exalta la amistad con la ayuda
del alcohol. Si uno quiere hacer compras es el lugar perfecto, pues además de
los típicos souvenirs, se encuentran productos únicos y especiales, al amparo
de la tradición y de unos comerciantes que no se han dejado invadir por el afán
franquiciador de las grandes superficies.
Después de una jornada tan larga se agradece encontrar reposo y
cobijo y comer algo bueno en alguno de los maravillosos restaurantes de Sevilla. Quizás otro día se pueda visitar la isla de la Cartuja y comprobar con
ojos ávidos de respuestas qué ocurrió con las magníficas infraestructuras de la
Expo 92.
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